El Amauta en el ciberespacio filosófico
26 agosto, 2020Por: Eduardo Cáceres Valdivia
Filósofo (Perú)
La Enciclopedia Stanford de Filosofía (SEP, por su nombre en inglés: Stanford Encyclopedia of Philosophy) es un diccionario dinámico en línea que cubre todos los campos, corrientes y autores relevantes de la historia y de la actualidad del quehacer filosófico, incluyendo el diálogo con otras disciplinas. El proyecto se inició en 1995 y ha estado desde entonces bajo la dirección del profesor Edward N. Zalta, investigador en el Centro para los Estudios del Lenguaje y la Información en la Universidad de Stanford.
Su cuerpo de editores, organizados en comités temáticos, incluye alrededor de 200 especialistas en los diversos campos. Hasta marzo del 2018 la SEP incluía más de 1600 entradas con cerca de 2000 autores. Los artículos se actualizan periódicamente como se puede comprobar abriendo la pestaña What’s new? en la página principal de la SEP. Cada artículo tiene hipervínculos con materiales de la misma SEP y externos a ella, tales como los centros de investigación y los repertorios bibliográficos más relevantes sobre el tema en cuestión.
En el mes de junio del 2020, por ejemplo, What’s new? incluyó 24 artículos nuevos y/o actualizados. Entre los nuevos destacan: Gaṅgeśa (filósofo indio del siglo XIV) y Climate Justice, Simplicius (filósofo neoplatónico del siglo VI). Y entre los actualizados: Autonomy in Moral and Political Philosophy, Pragmatism, Time Machines, Feminist Moral Psychology y Philosophy of Biology. Como se puede ver, el diálogo interdisciplinario es intenso así como la atención a la diversidad de enfoques. A la fecha, hay cerca de 40 artículos que desarrollan de manera explícita un enfoque feminista con numerosas colaboradoras en el total de entradas; la interculturalidad, está representada en artículos en torno al multi/interculturalismo de hoy, así como a través de numerosas entradas sobre filosofía china, india, africana, etc.
América Latina no está ausente en esta Enciclopedia. Existe un comité editor para Latin American and Iberian Philosophy que define la política editorial en torno al tema. En este campo existen, al 30 de julio del 2020, nueve artículos publicados: Latin American Philosophy, Analytic Philosophy in Latin America, Epistemology in Latin America, Latin American Feminism, Liberalism in Latin America, Latin America Philosophy: Metaphilosophical Foundations, Philosophy of Science in Latin America, Skepticism in Latin America y Philosophy of Liberation. Además hay un artículo sobre Latinxs Philosophy, que condensa el quehacer filosófico en torno a la condición de lxs latinxs en los Estados Unidos. Es de notar que uno de los co-autores del artículo sobre la Filosofía de la Ciencia en América Latina es el doctor Alberto Cordero, destacado filósofo peruano que enseña en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY).
Numerosos pensadores peruanos son mencionados en dichos artículos. Allí donde se hace referencia a la historia de la filosofía, la periodización propuesta por Francisco Miro Quesada es asumida como el canon del asunto. También son reiteradas las referencias a la discusión entre Leopoldo Zea y Augusto Salazar Bondy, en la década de 1960, en torno a la existencia o no de una filosofía latinoamericana. La lista de autores peruanos citados no es muy larga, salvo en el artículo sobre Escepticismo (gracias a los aportes que hizo Pablo Quintanilla). Sin embargo, hay un autor peruano que recibe especial atención a pesar de no tratarse de un filósofo académico: José Carlos Mariátegui.
Siguiendo el orden según el cual aparecen al hacer la búsqueda en la SEP –orden de importancia y no cronológico- son cuatro las entradas en las que se hace referencia a los aportes del Amauta. Tres de ellas forman parte de la lista de artículos sobre América Latina. La otra pertenece a un campo más amplio.
El primer artículo es Latin American Philosophy.[1] Además de la referencia a Siete Ensayos en la bibliografía, Jorge Gracia y Manuel Vargas mencionan y comentan a José Carlos en tres momentos.[2] Tras mencionar a los principales integrantes de la generación de los “fundadores”, positivistas todos ellos, activos entre la segunda mitad del siglo XIX y la primera década del siglo XX, presentan a los “forjadores” –término de Francisco Miro Quesada- que recibieron la influencia de Bergson, Ortega y Gasset, entre otros, y rompieron con el positivismo:
Bergson (…) Ortega y Gasset y la filosofía alemana del espíritu tuvieron una influencia sustancial en la generación que siguió a la de los fundadores, llamada por Miró Quesada «la generación de los forjadores». Samuel Ramos (1897–1959), de México, Francisco Romero (1891–1962), de Argentina, Alceu Amoroso Lima (1893–1982), de Brasil, y José Carlos Mariátegui (1894–1930), de Perú, entre otros, siguieron el curso de los fundadores, atacando ideas positivistas y favoreciendo en algunos casos un estilo filosófico bastante poético que contrasta con el énfasis científico del positivismo. Ellos completaron el proceso iniciado por los fundadores y sentaron las bases de futuros desarrollos.[i]
Más adelante, los autores presentan los aportes del pensamiento socialista al desarrollo de la filosofía en el continente. Destacan el predominio del marxismo en este campo y, a la vez, la heterodoxia de su principal representante:
Latinoamérica ha tenido una larga y notable historia de receptividad al pensamiento socialista. Su introducción se remonta al siglo XIX. El impacto de las ideas socialistas de Claude Henri de Saint-Simon (1790-1825) y Charles Fourier (1772-1873) son claramente visibles en el tratado Dogma Socialista de Esteban Echevarría (1805-1851). En el siglo XX, Emilio Frugoni (1880–1969) en Uruguay y Mariátegui en Perú, entre otros, desarrollaron relatos marxistas, aunque con frecuencia en términos heterodoxos. Por ejemplo, Mariátegui permitió que no haya un conflicto esencial entre el pensamiento religioso y el marxismo, apartándose de los compromisos materialistas y ateos estándar del marxismo ortodoxo. También sostuvo que la concepción de las etapas económicas en Marx, modelada en Europa, no se aplicaba a Perú. A pesar de que el capitalismo liberal burgués no se había materializado en Perú, sostuvo que la única forma de avanzar era haciendo la transición al socialismo[ii].
Esta sucinta caracterización del marxismo de Mariátegui –valoración del factor religioso y superación del evolucionismo-, volverá a aparecer como nutriente del marxismo latinoamericano al momento en que ingresa con fuerza en los ámbitos académicos (1960 y años siguientes):
A pesar de una apertura de larga data a varios hilos del pensamiento socialista, fue solo después de 1960 que el marxismo ganó una notable posición académica en todo Latinoamérica. De hecho, Harold Davis afirmó, de manera bastante factible, que el marxismo se convirtió en la convicción ideológica más común entre los profesionales en las décadas posteriores a la de 1960. Mariátegui continúa cobrando importancia en las caracterizaciones de una forma distintivamente latinoamericana de marxismo. Sin embargo, otras figuras importantes en el marxismo académico surgieron en el período contemporáneo, incluido Adolfo Sánchez Vázquez (1915–2011), de origen español pero que trabajaba en México, y el brasileño Caio Prado Junior (1907–1990). (Subrayado del autor de esta nota)[iii]
Más aún, los autores extienden la influencia de Mariátegui a las corrientes más recientes del pensamiento social post-colonial, uno de cuyos temas es la reivindicación de las poblaciones originarias y sus formas de vida y pensamiento:
En el siglo XX, las preocupaciones y la naturaleza de las poblaciones indígenas recibieron evaluaciones más variadas de los filósofos. Por ejemplo, Mariátegui (1971) argumentó que los indígenas peruanos eran colectivistas, comunistas «naturales» cuyas dificultades económicas se debían en gran parte a la propiedad, distribución y uso de tierras en Perú.[iv]
El segundo artículo de la SEP que menciona y analiza los aportes del Amauta es Latin American Philosophy: Metaphilosophical Foundations,[3],elaborado por Susana Nuccetelli. El título se refiere al quehacer filosófico sobre la filosofía misma, es decir a preguntas tan importantes como la que motivo el mencionado debate de los años 1960 y siguientes: ¿Existe una filosofía en América Latina?
La autora de este artículo pone en el centro de su reflexión al asunto de la “autenticidad” definido en términos de Augusto Salazar Bondy:[4]
Según los distintivistas, una característica distintiva principal de la filosofía latinoamericana es, o debería ser, la autenticidad, una característica de cualquier «producto filosófico que, como cualquier otro producto cultural, tiene integridad y carece de falsedad o pretensión. En este sentido, decimos, por ejemplo, que la filosofía de Kant es auténtica, pero el espiritismo es pseudo-filosofía» (Salazar Bondy 1968, pp. 100-101, traducción mía).[v]
Como es sabido, Salazar Bondy respondió negativamente a la pregunta mencionada. Esta respuesta entronca, según la autora con un ejercicio de teoría crítica que se nutre de los “marxistas de las primeras décadas del siglo XX” así como de “filósofos de la liberación contemporáneos” que combinan marxismo con estructuralismo francés, Escuela de Franckfurt y otras fuentes. A continuación, Mariátegui es citado como un representante temprano de esta mirada: [5]
“Todos los pensadores de nuestra América han sido educados en escuelas europeas. El espíritu de la raza no se siente en su obra. La producción intelectual del continente carece de sus rasgos distintivos. No tiene un perfil original. El pensamiento hispanoamericano es generalmente solo una rapsodia compuesta de los motivos y elementos del pensamiento europeo. Para probar esto, uno solo necesita revisar el trabajo de los más altos representantes del intelecto indo-ibérico.” (Mariátegui 1925, p. 113, traducción mía).[vi]
El artículo no solo presenta las principales argumentaciones, históricas y contemporáneas, en torno al tema sino que concluye afirmando la existencia de un quehacer filosófico que legítimamente puede ser llamado “latinoamericano” en tanto contiene “argumentos y métodos que son suficientemente originales” y “es sensible al contexto Latinoamericano”. Además reconoce protagonismo en esto a “filósofos no académicos y académicos”.[6]
El tercer artículo de la SEP que menciona y comenta a Mariátegui se titula Philosophy of Liberation.[7] Esta firmado por Eduardo Mendieta. En este texto se da cuenta de la corriente filosófica que explícitamente asumió ese nombre (fines de los años 1960), de sus antecedentes, de sus corrientes y debates. Uno de los ejes del relato que propone el autor es el ya mencionado debate entre Leopoldo Zea y Augusto Salazar Bondy.[8] Como antecedentes del mismo, identifica tres momentos: primero, el debate entre Montesinos y Las Casas, por un lado, y Sepúlveda, por otro, en torno a la naturaleza de los indios; segundo, el conflicto entre los ilustrados y el orden colonial, que antecede a la independencia; y tercero, el debate en torno a la segunda independencia, que cubre desde fines del siglo XIX en adelante. Es en este tercer período que el autor resalta el rol del Amauta:
Tercer periodo. Esta época se define por un segundo momento de emancipación, que comienza a fines del siglo diecinueve y se encuentra enmarcado en la Revolución Cubana en 1959. Una figura determinante es José Carlos Mariátegui (1894–1930), cuyo libro “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” (1928) dio a conocer una nueva agenda de emancipación que fue explícitamente elaborada en términos de un enfoque dual que está atento a la realidad histórica de las Américas, con sus antecedentes indígenas y criollos. El libro introdujo una apropiación crítica de las ideas europeas en el contexto «latinoamericano». [vii]
Esta idea de la “apropiación crítica” de la tradición filosófica occidental en el contexto latinoamericano transita por el conjunto del artículo y se presenta al final del mismo como uno de los logros más importantes de la filosofía de la liberación.
Por último, Mariátegui aparece mencionado en un artículo que no se ubica en la lista antes mencionada de artículos “latinoamericanistas”. Se trata de la entrada Socialism[9], elaborada por Pablo Gilabert y Martín O’Neill. El texto no pretende sintetizar la historia del término y sus usos, sino presentar una síntesis de lo que el autor considera las principales características del socialismo en tanto crítica del capitalismo, alternativa al mismo, y vía de transformación de una sociedad a otra. Prioriza los enfoques filosóficos del socialismo y la producción de las últimas cuatro décadas.
Mariátegui es mencionado en la bibliografía del artículo, bastante extensa por cierto. Son pocos los latinoamericanos incluidos allí: el Che Guevara, el subcomandante Marcos, Maristella Svampa, Martha Harnecker, Enrique Dussel, José Aricó y Silvia Federici. Y es una de las notas al pie de página (que en la SEP se presentan en un texto diferente) en las que se alude a los aportes del socialismo latinoamericano y en particular a José Carlos:
Aunque este artículo se centra principalmente en la investigación socialista producida en América del Norte y Europa hay, por supuesto, tradiciones importantes de investigación en el Sur Global. Por ejemplo, en Latinoamérica los socialistas han influido en innovaciones constitucionales igualitarias (Gargarella 2010), exploraron la relación entre la teoría social marxista y las perspectivas de los pueblos aborígenes (Mariátegui 1928, 2010; Marcos en Le Bot 1997), e interrogaron los vínculos entre el desarrollo, la dependencia, el colonialismo y el imperialismo (Svampa 2016). Ver más Aricó (2017), Harnecker (2015) y Dussel (1998). [viii]
Particularmente útil es la referencia a la Antología de textos de José Aricó publicada el año 2018 (no el 2017 como señala la cita de SEP). Se trata de un texto de más de mil páginas que bien puede ser leído como una reiterada conversación del autor argentino con Gramsci y con Mariátegui.
No hay duda que José Carlos sigue siendo un poderoso incentivo para pensar y, sobre todo, para pensarnos a nosotros mismos.
→ Traducción de citas de inglés a español por Reina Jara Barrientos.
Notas a pie:
[1] Gracia, Jorge and Manuel Vargas, «Latin American Philosophy», The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Summer 2018 Edition), Edward N. Zalta (ed.), https://plato.stanford.edu/archives/sum2018/entries/latin-american-philosophy/
[2] El articulo también menciona a Alejandro Deustua (1 vez), a Augusto Salazar Bondy (2 veces) y a Francisco Miro Quesada (6 veces).
[3] Nuccetelli, Susana, «Latin American Philosophy: Metaphilosophical Foundations», The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2017 Edition), Edward N. Zalta (ed.), https://plato.stanford.edu/archives/fall2017/entries/latin-american-metaphilosophy/
[4] El texto citado de Salazar Bondy es: ¿Existe una filosofía de nuestra América. México: Siglo XXI Editores, 1968.
[5] El texto de José Carlos se titula: «¿Existe un pensamiento hispano-americano?». Fue publicado en Repertorio Americano, 17 (1925), pp. 113–15, revista continental editada en San José (Costa Rica), dirigida por Joaquín García Monge y publicada entre 1919 y 1958. Se publicó también en Mundial (1° de mayo de 1925) y posteriormente fue incluido en la antología Temas de Nuestra América. Biblioteca Amauta, Lima, 1959.
[6] Además de la referencia a Mariátegui, Deustua, Miro Quesada y Salazar Bondy, en el artículo se menciona a Gustavo Gutiérrez dos veces. Para un desarrollo más detallado de su argumentación la autora remite a: Susana Nuccetelli y Ofelia Schutte. A Companion to Latin American Philosophy. Wiley-Blackwell, 2009.
[7] Mendieta, Eduardo, «Philosophy of Liberation», The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Winter 2016 Edition), Edward N. Zalta (ed.), https://plato.stanford.edu/archives/win2016/entries/liberation/
[8] Salazar Bondy es citado siete veces en el texto, Miro Quesada y Gustavo Gutiérrez, una vez cada uno.
[9] Gilabert, Pablo and Martin O’Neill, «Socialism», The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2019 Edition), Edward N. Zalta (ed.), https://plato.stanford.edu/archives/fall2019/entries/socialism/
Citas originales:
[i] Bergson (…) Ortega y Gasset and the German philosophy of the spirit had substantial influence on the generation that followed that of the founders, called by Miró Quesada “the generation of forgers.” Samuel Ramos (1897–1959), from Mexico, Francisco Romero (1891–1962), from Argentina, Alceu Amoroso Lima (1893–1982), from Brazil, and José Carlos Mariátegui (1894–1930), from Peru, among others, followed the founders’ course, attacking positivist ideas and favoring in some instances a rather poetic philosophical style that contrasts with the scientistic emphasis of positivism. They completed the process initiated by the founders and laid the foundations of future developments.
[ii] Latin America has had a long and notable history of receptivity to socialist thought. Its introduction goes back to the nineteenth century. The impact of the socialist ideas of Claude Henri de Saint-Simon (1790–1825) and Charles Fourier (1772–1873) are clearly visible in the treatise Dogma Socialista of Esteban Echevarría (1805–1851). In the twentieth century, Emilio Frugoni (1880–1969) in Uruguay and Mariátegui in Peru, among others, developed Marxist accounts, although frequently in heterodox terms. For example, Mariátegui allowed that there is no essential conflict between religious thought and Marxism, departing from the standard materialist, atheist commitments of orthodox Marxism. He also held that the conception of economic stages in Marx, modeled on Europe, did not apply to Peru. Although bourgeois liberal capitalism had not materialized in Peru, he held that the only way to move forward was to transition to socialism.
[iii] Despite a long-standing openness to various strands of socialist thought, it was only after 1960 that Marxism gained notable academic standing throughout Latin America. Indeed, Harold Davis claimed, plausibly enough, that Marxism became the most common ideological conviction among professionals in the decades following the 1960s. Mariátegui continues to loom large in characterizations of a distinctively Latin American form of Marxism. However, other important figures in academic Marxism emerged in the contemporary period, including Adolfo Sánchez Vázquez (1915–2011), of Spanish origin but working in Mexico, and the Brazilian Caio Prado Junior (1907–1990).[iii] (Subrayado del autor de esta nota)
[iv] In the twentieth century, the concerns and nature of indigenous populations received more varied evaluations from philosophers. For example, Mariátegui (1971) argued that indigenous Peruvians were collectivists, “natural” communists whose economic difficulties were due in large part to the ownership, distribution and use of lands in Peru.
[v] According to distinctivists, a chief distinguishing characteristic of Latin American philosophy is—or should be—authenticity, a feature of any “philosophical product that, like any other cultural product has integrity and is devoid of falsity or pretense. In this sense, we say, for example, that Kant’s philosophy is authentic, but spiritism is pseudo-philosophy” (Salazar Bondy 1968, pp. 100–101, my translation).
[vi] “All the thinkers of our America have been educated in European schools. The spirit of the race is not felt in their work. The continent’s intellectual production lacks its distinguishing traits. It does not have an original profile. Hispanic-American thought is generally only a rhapsody composed from the motifs and elements of European thought. To prove this, one needs only review the work of the highest representatives of the Indo-Iberian intellect.” (Mariátegui 1925, p. 113, my translation).
[vii] Third Period. This epoch is defined by a second moment of emancipation, beginning at the end of the nineteen century and being bookended with the Cuban Revolution in 1959. Defining figure is José Carlos Mariátegui (1894–1930), whose book “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” (Seven Interpretative Essays on Peruvian Reality) (1928) gave expression to a new emancipation agenda that is explicitly elaborated in terms of a dual approach that is attentive to the historical reality of the Americas, with its indigenous and criollo backgrounds. It launched a critical appropriation of European ideas in the “Latin American” context.
[viii] Although this entry focuses mostly on socialist scholarship produced in North America and Europe, there are of course important traditions of scholarship in the Global South. For example, in Latin America, socialists have influenced egalitarian constitutional innovations (Gargarella 2010), explored the relation between Marxist social theory and the perspectives of aboriginal peoples (Mariátegui 1928, 2010; Marcos in Le Bot 1997), and interrogated the links between development, dependency, colonialism, and imperialism (Svampa 2016). See further Aricó (2017), Harnecker (2015), and Dussel (1998).