Gustavo Gutiérrez y el pensamiento de José Carlos Mariátegui
25 noviembre, 2024El padre Gustavo Gutiérrez Merino (1928-2024), reconocido teólogo peruano, falleció el 22 de octubre de 2024 en Lima, dejando un legado intelectual y pastoral que transformó profundamente el pensamiento teológico latinoamericano y mundial. Se ordenó sacerdote en 1959, y tuvo a su cargo la iglesia Cristo Redentor, en el distrito del Rímac, entre 1980 y el 2000, para luego en el 2001 ordenarse dominico. Fue doctor en teología por la Universidad Católica de Lyon y previo a ello, realizó estudios en medicina, psicología y filosofía. Gutiérrez articuló una nueva forma de hacer teología pensado que la iglesia debe trabajar desde la perspectiva de los pobres, los oprimidos, los indígenas y la mujer de los sectores populares, articulando, como él decía la “opción preferencial por los pobres” (Peirano, 1980). Su obra más influyente, Teología de la Liberación: Perspectivas de 1971, estableció las bases de un movimiento teológico que buscaba responder a la realidad social latinoamericana, combinando el análisis social con la reflexión religiosa.
Su acercamiento con Mariátegui
El encuentro de Gustavo Gutiérrez con el pensamiento de José Carlos Mariátegui comenzó tempranamente en su infancia, mediante su relación con Javier Mariátegui, cuando ambos estudiaban en el Colegio San Luis de los Hermanos Maristas en Barranco. Luego ingresaron juntos a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde Gutiérrez estudió cuatro años, dos años de ciencias y dos años de medicina. Fue así como transitaban libremente entre el patio de Ciencias y de Letras. Ambos asistieron, como oyentes, a diversos cursos en esta última área, incluyendo las clases de Mariano Ibérico, Walter Peñaloza y Francisco Miró-Quesada Cantuarias. Además, frecuentaron las presentaciones de Carlos Alberto Seguín en San Fernando, logrando así equilibrar sus intereses por la ciencia y la medicina con estudios en letras y humanidades. Gutiérrez menciona que por esos años visitaba la librería Minerva de Barranco, donde compraba sus cuadernos y donde hizo amistad con Anna Chiappe.
La relación personal y amical con Javier Mariátegui se enriqueció con la primera lectura que Gutiérrez hizo del pensador peruano. Esta lectura consistió en dos páginas dedicadas a José Carlos Mariátegui publicadas en el diario El Comercio del Cusco, diario que su padre recibía en Lima. Gutiérrez las leyó y recortó, describiéndolas como “simplemente una presentación sobre Mariátegui en un pésimo papel”. Según Gutiérrez esto sucedió en el año 1944 1, cuando el diario incluyó tres menciones a Mariátegui2. Mencionó además que era probable que se tratara del ejemplar publicado el sábado 15 de abril de ese año en la sección “Panorama Cultural de la Semana”, el cual despertó su interés inicial por la obra del Amauta. Se trataba de un conjunto de fragmentos de artículos en homenaje a José Carlos Mariátegui y César Vallejo (fallecidos el 16 de abril de 1930 y 15 de abril de 1938, respectivamente). Los fragmentos provienen de textos de Armando Bazán, Leopoldo Lugones, Jorge del Prado, Juan Marinello. Además, incluía el poema Perfil de Mariátegui en la sangre (1944), de Rubén Sueldo, un homenaje lírico que reflejaba la influencia de Mariátegui como figura emblemática, símbolo y guía espiritual de la lucha social revolucionaria en América Latina.
El pensamiento de José Carlos Mariátegui
La profundización de Gutiérrez en el pensamiento de Mariátegui se consolidó durante su etapa como profesor en la Universidad Católica del Perú, donde desarrolló el primer curso dedicado a Mariátegui. En 1970 enseñó durante un semestre completo un curso titulado Introducción al pensamiento de José Carlos Mariátegui donde tuvo como alumnos a Alberto Flores Galindo, Javier Diez Canseco, Maruja Martínez, entre otros.
Periódico El Comercio de Cusco del 15 de abril de 1944
En el sílabo del curso refleja un marcado interés por el pensamiento latinoamericano, vinculado a los pensadores que propiciaron las primeras corrientes socialistas en la región. Incluye la visión anarquista de Manuel Gonzáles-Prada o Ricardo Flores Magón, las primeras influencias de socialismo científico y pensamiento positivista de pensadores como José Ingenieros y Juan B. Justo, y la relevancia de líderes como Aníbal Ponce o Luis Emilio Recavarren. Además, abarca acontecimientos clave como la creación de los partidos comunistas y la histórica Primera Conferencia Comunista Latinoamericana, celebrada en julio de 1929 en Buenos Aires.
Esa noción latinoamericana proporciona una visión profunda y contextualizada del entorno intelectual en el que se desenvolvía Mariátegui, y permite entender su pensamiento en relación con las corrientes socialistas de la época en la región. El curso también examina los flujos de circulación de ideas en América Latina; destacando la importancia del contexto histórico. Se explora, además, el papel de profesionales liberales, como los médicos, en estas actividades, así como la relevancia de las revistas culturales y políticas, que se distribuían como parte de una importante red intelectual.
Silabus del curso «Introducción al pensamiento de Mariátegui»
Su énfasis en Mariátegui se divide en un perfil biográfico y su trayectoria intelectual, para luego pasar por sus fuentes de referencia ideológica no sólo a partir de los referentes frecuentes como Marx, Engels y Lenin, sino también por sus referentes particulares como Benedetto Croce, Henri Bergson, George Sorel, Piero Gobetti, Antonio Gramsci, Romain Rolland, Miguel de Unamuno, José Vasconcelos y Friedrich Nietzsche.
La extensa bibliografía que acompaña al silabo no solo evidencia un conocimiento profundo sobre pensadores sociales latinoamericanos e internacionales, sino una particular y cuidadosa atención en relación a muchos de los escritos de y sobre Mariátegui en aquel entonces.
Este curso, que dictó al menos en tres oportunidades, se distinguió por su aproximación comprehensiva, que integraba el contexto histórico, el perfil biográfico y un análisis profundo de las ideas mariateguianas. La metodología de Gutiérrez, basada en un extenso sistema de fichas y una cuidadosa selección de lecturas de pensadores latinoamericanos y europeos, reflejaba su propio compromiso con el rigor académico.
La Autonomía Intelectual de Mariátegui
Lo que más atrajo a Gutiérrez de Mariátegui fue su notable autonomía intelectual. Esta se manifestaba en su capacidad para desarrollar un pensamiento original, no simplemente derivativo, que integraba diversas influencias en una síntesis propia. Mariátegui era capaz de reflexionar de manera independiente, sin adherirse rígidamente a posiciones preestablecidas.
Para Gutiérrez, Mariátegui consideraba imposible encerrar la realidad en una teoría general y utilizaba un método «periodístico y cinematográfico» para captar los acontecimientos expresados a través del ensayo como género libre. Gustavo Gutiérrez cita la frase de Mariátegui «he madurado más que cambiado», sugiriendo una evolución orgánica del pensamiento más que cambios abruptos de posición3. Se trataba pues de un pensamiento dialéctico, donde conceptos aparentemente opuestos se enriquecían mutuamente y evidencian la importancia de la imaginación como elemento fundamental para el cambio social.
Particularmente relevante para Gutiérrez fue el tratamiento que Mariátegui otorgó al factor religioso, no solo en su ensayo “El factor religioso”, sino también a lo largo de toda su obra. Desde su Edad de Piedra, Mariátegui muestra una sensibilidad religiosa personal, reflejada en su búsqueda espiritual y sus dudas. El Amauta desarrolló una visión compleja de la religión, considerándola en su dimensión histórica y social, sin reducirla a un mero epifenómeno de las estructuras económicas.
La evolución del pensamiento religioso de Mariátegui, desde su juventud católica hasta su madurez intelectual, resonó profundamente en Gutiérrez. Es notable cómo Mariátegui mantuvo ciertos términos religiosos en su vocabulario, como «evangelio», “fe”, “mística”, para hablar de política y literatura, incluso después de su alejamiento de la fe tradicional. Gutiérrez destaca cómo Mariátegui usaba «evangelio» en un sentido más amplio, como un mensaje transformador.
La aproximación de Mariátegui a la figura de Cristo y al cristianismo también captó el interés de Gutiérrez. Mariátegui desarrolló una visión crítica pero respetuosa, que rechazaba las interpretaciones simplistas tanto apologéticas como detractoras. Esta capacidad para mantener un diálogo crítico pero respetuoso con diferentes corrientes de pensamiento influyó en la propia metodología teológica de Gutiérrez.
La influencia de Mariátegui en Gutiérrez se refleja en su propia obra teológica, particularmente en su capacidad para integrar el análisis social con la reflexión religiosa. Y en su compromiso con un pensamiento que, siendo riguroso, mantiene su autonomía frente a las corrientes dominantes. El interés de Gutiérrez por Mariátegui ha contribuido significativamente a la comprensión del pensamiento mariateguiano, especialmente en su dimensión religiosa y en su relevancia para el diálogo entre fe y justicia social en América Latina.